domingo, 19 de octubre de 2025

EL DESCONTENTO. Beatriz Serrano

 


Fragmento extraído del libro "El Descontento" de Beatriz Serrano

  • ¿Es el primero? -pregunto como si me importara.
  • Sí, acabo de venir del ginecólogo y ya lo puedo contar, me moría de ganas.

En las oficinas, un niño siempre es motivo de alegría.

A los compañeros de trabajo les encanta celebrar la llegada de un bebé al mundo. Es otra excusa para brindar, para decir cosas oportunas, para seguir un ritual: un espacio donde se sienten cómodos. «¡Tu vida va a dar un giro de 180 grados!

Pero merece tanto la pena...» «Ay, la mejor decisión de mi vida. No hay otra cosa igual.» «Veras qué alegria.» «Tu madre estará contenta, ¿no?» «¡Olvídate de dormir por las noches!» «¿ Y tu marido ya está practicando para cambiar pañales?» El ritual empieza con las felicitaciones en petit comité, seguidas por una felicitación oficial dentro de la comunicación corporativa mensual de la empresa: «;Y una última cosa, no menos importante! ¡Nuestra familia crece!». Después se prepara un brindis de despedida antes de que la futura mamá o el papá se coja su baja y, más tarde, cuando ya ha nacido el niño, se organiza una colecta para hacer un regalo.

Al poco tiempo, la recién parida o el nuevo padre vienen a la oficina a enseñar a su bebé como si fuera el niño Jesús: lo pasean por la oficina recibiendo las felicitaciones y ovaciones de todos los compañeros. Una parte de mí desearía quedarse embarazada para coger esa baja. Después, se inicia otro ciclo: la mamá vuelve a la oficina y la alegría se va disipando.

Si no rinde lo suficiente, se le llama la atención, como si nadie fuera consciente del cambio que ha sufrido su vida y quisieran que fuera cuanto antes la mujer que solía ser. Si pide reducción de jornada supone un problema para los demás.

Si se queja demasiado es que quizás no valía para eso. Si no se queja nada es una rara que jamás habla de su hijo. En una oficina, ser madre es un arma de doble filo. Un niño siempre es una alegría, pero una madre es una pieza del sistema que empieza a oxidarse. 

lunes, 29 de septiembre de 2025

JOSBA ZULAIKA: VIEJA LUNA DE BILBAO

 «El infierno es demasiado dulce»



Una forma de emprender viaje por la margen izquierda es a través de la música de grupos de rock que surgirían en la zona. Se había creado en los años sesenta un grupo de cantautores integrados en lo que se denominó la nueva canción vasca. El tema de Lourdes Iriondo «Ez gaude konforme»                                                              (No estamos conformes), de 1967, con el mismo aire de manifiesto que «My Generation» (1965) de la banda británica The Who, marcó la nota de rebeldía del grupo. Influidos por la música folk de los Estados Unidos y por la canción protesta catalana, los cantautores declararon la guerra al romanticismo de la música tradicional. «Desde luego no nos dedicaríamos a cantar la triste historia de la paloma blanca, porque había historias mucho más tristes que contar. La blanca paloma llevaba mucho tiempo ennegrecida por el humo de las chimeneas en las ciudades industriales del País Vasco», explicó Julen Lekuona, un sacerdote convertido en cantautor. Preferían cantar sobre el racismo, la guerra del Vietnam, el asesinato de Martin Luther King, o los obreros muertos en Chicago o

Bilbao.

A finales de los años setenta, la canción protesta, como buena parte de la resistencia antifranquista de la época anterior, se quedó obsoleta.

Había llegado el tiempo del rock and roll y el punk con grupos cuyos nombres eran cuanto menos elocuentes: Zarama (Basura), Eskorbuto, Vómito, Eructo, Puskarra (Pedo), Cicatriz, Delirium Tremens, R.I.P., BarricadaErtzainakLa Polla Records. «Bilbao, Mierda, Rock & Roll"» era el eslogan de la banda M.C.D. (siglas de la frase «Me Cago en Dios»). Estos grupos musicales -que combinaban las letras irreverentes con la fuerza del rock, la ira del punk, la marcha del ska o la calidez del reggae— se convirtieron en un auténtico fenómeno social. Algunos años más tarde surgiría un vigoroso movimiento de música hip-hop bajo la influencia de la cultura juvenil internacional. Se popularizó la imagen «Euskadi tropical». Las drogas abundaban por todas partes.

Un grupo muy conocido en Bilbao fue Itoiz. Con su mezcla de rock y pop, sus actuaciones durante la Semana Grande bilbaína a principios de los ochenta tuvieron mucho éxito. Las letras de sus canciones ya no poseían la misma relevancia que las de los cantautores anteriores. Aun asi, baladas como «Lau teilatu» (Cuatro tejados) se hicieron muy populares:

La protesta social ya no estaba en el primer plano: «donde el roquero radical ve a un policía golpeando a un manifestante, Itoiz ve a una vieja prostituta llamando a un taxi amarillo porque hace frio y no hay trabajo».

Un hit de Itoiz fue «Marilyn», la historia del pastor vasco que vuelve del Oeste americano e instala en su caserío con letrero de neón la imagen icónica de la diva. El líder del grupo, Juan Carlos Pérez, era de Mutriku e hijo de un vendedor ambulante que emigró desde Galicia, un hombre muy apuesto que recorría, con sus grandes bolsas de cuero repletas de ropa, las casas del medio rural, incluida la mía. En el año 1987, cuando estaba en la cima del éxito, Itoiz decidió disolverse. «El éxito no me satisfacía», me confesó Pérez.

Zarama, de la margen izquierda de Bilbao, fue igualmente un grupo destacado al que influyeron los Who. Otro grupo, Negu Gorriak, interpretaba una versión en euskera de la canción de los Who «I can't explain» (No lo puedo explicar). La primera canción que grabó Zarama resultó de haber ganado un concurso de música vasca organizada por la discoteca de los jóvenes de Itziar en 1980. Una de sus canciones era una parodia del conocido poema de Aresti «Defenderé la casa de mi padre». ETA pronto puso una bomba en la discoteca, construida en buena parte por antiguos militantes de ETA, alegando que estaba contaminada por la música extranjera y por la droga. Hacia 1984, sin embargo, el entorno de ETA organizaba conciertos con grupos de rock y punk que le sirvieron para atraer simpatizantes.

Cuando el líder de la banda, Roberto Moso, escribió la historia de Zarama, la tituló Flores en la basura, una frase de la canción de los Sex Pistols «God Save the Queen». «Cuando escuchas a los Sex Pistols», dijo Pete Townshend, «lo que de inmediato te sorprende es que esto está sucediendo realmente».

Moso se hizo eco de la misma realidad electrizante cuando escribió sobre un concierto caótico: «Estábamos conectando brutalmente con la audiencia en unos días en los que había revueltas por la calle cada dos por tres.

Estábamos consiguiendo la máxima aspiración de cualquier artista que se precie: comunicar sensaciones en toda su intensidad y además en tiempo real». Zarama estaba infectada por el virus que encerraba el grito de Johnny Rotten, el vocalista de los Sex Pistols: «No Future». Lo que les atraía de bandas de punk como Sex Pixtols, The Clash o Ramones era que aquellos artistas «eran sencillos, hacían una música directa, contundente, sobria, absolutamente alcanzable. Para poder hacerla no se requería ser buen músico ni tener carísimos equipos: simplemente había que tener huevos».

Después de uno de los conciertos de Zarama, Moso se reunió con Josu que, como él, era también de Santurce. Josu era un adolescente rubio con barba y pelo largo que llevaba una guitarra llena de pegatinas entre las que destacaba la diana de los Who. Estuvo tocando con Zarama durante tres años antes de dejar el grupo para formar Eskorbuto en compañía de Juanma y Paco. Una de las canciones tradicionales bilbaínas más populares, «Desde Santurce a Bilbao», describe el trayecto

-hoy convertido en evocación del folclore- que en el pasado realizaban las mujeres por la orilla del Nervión con un cesto de sardinas encima de la cabeza. Eskorbuto escribió una brutal parodia de la canción con el título «Ratas en Bizkaia». Se pueden encontrar en Youtube otras canciones de Eskorbuto con títulos como «Anti-todo», «El infierno es demasiado dulce», «En la luna», «Cerebros destruidos», «Más allá del cementerio» o «Busco en la basura». Cuando Moso acude a visitar la tumba de su padre en el cementerio, tiene que pasar delante de las de Josu y Juanma, a los que mató la heroína. Los cuatro miembros de Cicatriz también murieron por la heroína. Entendieron bien, al igual que su héroe Johnny Rotten, las palabras de Richard Huelsenbeck: « La vida debe hacer daño... No hay suficientes crueldades». Lejos de la idolatría que los héroes del rock and folk recibían sobre el escenario, el canon establecido por los punk consistía en arrojar botellas y una lluvia de lapos. En el cementerio, Moso se para a oír los ecos de una canción de sus amigos:

Y a mí me torturaon y torturaron y torturaron para que cantara y cante esta canción

Satanás, el infierno es demasiado dulce.

Satanás, el infierno es demasiado dulce.

sábado, 30 de agosto de 2025

LA FÁBRICA DE MI PADRE


Documental de Mikel Toral y Txutxi Paredes en torno a los años de intensa industrialización en la ría de Bilbao y alrededores. Testimonio de un tiempo en el que la siderurgia lo condicionaba todo, para bien y para mal.

Más allá de la nostalgia y de la evocación curiosa de aquellos paisajes y aquellas formas de vida, este documental y su potencia evocadora nos obligan a repensarnos mejor en este inicio del siglo XXI, desde la reflexión de lo que fuimos y la proyección coherente y solidaria con lo que seremos y serán quienes vengan después. Es una reivindicación histórica de la clase trabajadora que forma parte de la historia invisibilizada porque que sin ellos y ellas difícilmente puede explicarse el presente y el futuro. Ni olvido, ni mitificación nostálgica del pasado. Por el contrario, con propuestas como este ‘La fábrica de mi padre’ proyectamos una mirada honesta hacia el pasado y a la vez hacia el futuro, agradeciendo y reconociendo tanto trabajo y tanta lucha. Porque con memoria sí hay rumbo cierto.

Imanol Larzábal, Oskorri y Zarama en la banda sonora.

 

 

lunes, 21 de julio de 2025

BAHIA DE KOTXINOS. VUELVE LA LOCURA

 



Todo estaba a punto. Había llegado el gran momento. Las canciones estaban seleccionadas, grabadas, mezcladas y a gusto de todos. Iñaki Bilbao había dirigido el proceso en sus estudios de PAM-POT, pioneros en el Bilbao de los ochenta, donde tanto quedaba por hacer. Ya había sello discográfico, el grupo contaba con una formación estable y sonaba engrasado, tras batirse el cobre en numerosos directos. Se habían ganado el favor de un número considerable de seguidores, la portada estaba lista, nada podía fallar.  

En realidad, nunca supe la causa concreta de que el disco nunca viera la luz, pero el caso es que, de un día para otro, las expectativas creadas se fueron al carajo y el flamante disco estreno de Bahia de Kotxinosdurmió durante décadas el sueño de los justos. La banda pasó a formar parte de la abultada lista de grupos “de culto” o “malditos” y su disco se quedó en “maqueta” per secula seculorum.  

Bueno no. Como os decía al principio, resulta que ahora lo tienes entre tus manos. ironías de la vida. Me encantaría que esto fuera como aquella película de “Sugar Man” en la que un supuesto cantante fracasado triunfa con su disco en tierras remotas sin que él llegue a enterarse hasta muchos años después. Imagínate:  resulta que treinta y tantos años después de su grabación, sale el disco de Bahia de Kotxinos y tiene tal éxito que la banda tiene que volver a los escenarios y triunfa allá donde va. Todo el mundo descubre al desgarbado de Alberto Yanes “Yanki” y sus compulsivos shows al micro. La crítica local se rinde ante los ritmos de pop-punk machacados por Javi Losa al bajo, Iñaki Garro a la guitarra y -en este disco- Ernesto Alava a la batería. En esa película fantástica tendrían también cabida escenas inolvidables para mí: aquellos bolos de Barcelona y Granada, cuando nos colamos de noche en la Alhambra y acabamos de animada cháchara cannábica con el guarda jurado. Se recrearían aquellas sesiones en casa de Pako Eskorbuto donde salieron, casi de tirón “Locura General” y “Voy a Volar el Tren de Santurce a Bilbao” con Josu Expósito a la guitarra y Javi Losa al Bajo (junto al propio Pako a la batería). Temazos inolvidables como “Tribus” o “Los Ciegos” conocerían días de justicia poética. También “Yo maté a Julio Iglesias” con letra de Gabriel Vecino o “Radio Subnormal”, que les escribí yo para su única versión del “I Like My Baby” de Rezillos. 

En esa vuelta multitudinaria se haría justicia con una banda que contaba sus bolos por fiestas, que arrastraba con ellos a una troupe super loca y que supieron como pocos conjugar aquello de la “Fiesta y Rebeldía” que marcó los ochenta en Euskal Herria.                                                

Los cuentos de hadas son raros en el mundo real, pero ¿Quién podría soñar con esta edición tanto tiempo después? Sea como fuere bienvenida sea esta edición tardía, billete de vuelta a un tiempo irrepetible donde todo parecía posible.        

 

 

martes, 8 de julio de 2025

PUNK: SUENA COMO UN PUÑETAZO


 

Era una tarde lluviosa de 1979 y nuestro plan era ir a divertirnos a la discoteca “Vostok” de Portugalete (Bizkaia). Y allí nos plantamos los tres, Josu Expósto, Marilu y yo. Íbamos al “Vostok” porque ponían música cañera y hacían la vista gorda con el fumeteo variado. Ese modelo de discoteca era minoritario, las masas juveniles abarrotaban esas otras donde se bailaba música “disco” o se pedía baile cuando llegaban las lentas. En el “Vostok” solo se bailaba “a lo suelto” y cada cual interpretaba eso a su modo. A las discotecas convencionales solo íbamos en ocasiones puntuales, para ver conciertos como el de “Baron Rojo” en el “Aloha”, el de “Storm” en el “Young’s” o el de Moris en el “Delphos”. Pero aquel día Josu estaba rebotado. Había salido con ganas de quemarlo todo, y el “pinchadiscos” no quería pinchar a sus ídolos, le daban largas constantemente y su paciencia se estaba agotando.                                                                   

 -No nos pueden engañar así siempre tío, ¿Qué cojones es esto? ¿Otra vez la puta “Layla”deprimente esta? ¿Ya ves cuantos bailan con esto? La hippy esa divina que se ha terminado la caja de optalidones de su madre y el moscón de barbas que solo bailotea a su alrededor porque se ve a la legua que está al pille. Mira tío, para esto casi prefiero ir al “Galo’s” a bailar a Travolta o al “Volante”, que siempre hay hostias y es más divertido… ¿Qué ha pasado con este puto garito?Josu lo decía porque, tan solo un año antes el Vostok se había rendido al punk rock. De pronto eran habituales allí Ramones, Rezillos, Sex Pistols, Nina Hagen o The Clash. Los “pogos” y los bailes frenéticos se adueñaron de la sala por un fantástico periodo. Pero de un día para otro, como por arte de magia, el punk era ya pasado, o al menos eso se diría viendo aquel panorama.                                                         

Bien es verdad que, de la mano de aquella moda, los pacíficos y apalancantes porros habían sido sustituidos por sustancias más acelerantes. Los tumultos a la entrada y las visitas policiales se habían hecho habituales y, hartos de quejas vecinales, los dueños del local decidieron cortar por lo sano y volver a la “Steve Miller Band”, “Neil Young” y compañía. Aquello del “punk” fue arrinconado y, como mucho, podría sonar lo que ya todos llamaban “New Wave”, que era como una continuación, pero más asimilable: Elvis Costello, Blondie, Joe Jackson, Nacha Pop… los nombres que llenaban ahora “Tocata” el programa “pop” de la televisión pública que marcaba la pauta. Emulando a su querido Keith Moon, batería de “The Who”, Josu se puso hasta las trancas de ginebra (a pelo y sin hielo) y acabó vomitando en la esquina de un callejón cercano mientras se cagaba en todo lo imaginable. Marilu y yo decidimos acompañarlo hasta su casa en el monte Serantes, subiendo por escaleras irregulares y mal iluminadas que no terminaban nunca y acompañados de una banda sonora de perros excitados durante todo el recorrido.                       

Antes de entrar en su casa me lo soltó con una mezcla de pena y rabia: “El punk ha muerto, Rober, viva el punk vivo o muerto”. Allí mismo le oí decir esa frase que años más tarde cantara con sus Eskorbuto. El dichoso punk parecía seguir la misma suerte fugaz de aquel “Glam Rock” de algunos años atrás: Unos meses de portadas en las revistas de música, unos cuantos temas de éxito, media docena de artículos asustadizos en los suplementos dominicales y a otra cosa mariposa. La muerte de Sid Vicious, sospechoso a su vez de haber matado a su mujer, parecía el feo broche de roña para aquel movimiento.

Pero pocos años mas tarde, entrando ya en los ochenta, ,empezaron a ocurrir cosas. Aquella estética de los pelos de punta y las ropas rasgadas renacía con fuerza en espacios que ya no eran meramente musicales. Los hijos del Baby Boom, ahora veinteañeros teníamos ganas de protagonizar nuestro tiempo. De pronto empezó a hablarse de “arte punk”, de “cine punk”, de “literatura punk”, los movimientos squaters y anti-militaristas también se reivindicaban como tales. Nuevas bandas como UK Subs, GBH o Stiff Little Fingers tomaban el relevo y la onda expansiva se extendía a lo largo del globo de forma imparable. Esta nueva oleada llegaba con un lema fundacional que acabaría por convertirse en mantra: “Do It Yourself” (Hazlo tú mismo).                                                                                                             

En la Euskal Herria de los ochenta, azotada por una intensa conflictividad en varios frentes, el fenómeno cuajó con una fuerza inesperada. En abril de 1983 un grupo de chicas jovencísimas de Bilbao, la “Vulpes” protagonizan un escándalo sin precedentes en el panorama musical español. La emisión en un programa matutino de televisión de su tema “Me Gusta ser una Zorra” provoca una oleada de quejas y protestas airadas desde los sectores más rancios de la sociedad. La fiscalía general del Estado presenta una querella por escándalo público y el programa “caja de Ritmos” es retirado de la programación. El rock volvía a ser transgresor y lo hacía de la mano del punk. Aquello no fue sino la mecha que empezaba a arder. Llegaría después otro auténtico aluvión de bandas que arrastraron a miles de seguidores. Punk era sinónimo de desobediencia, de rebelión, de dedo corazón mostrado a todo lo carca, lo establecido, lo caduco. Fenómenos como Eskorbuto, a quienes se aplicó la ley anti-terrorista por el contenido de una maqueta, o Pussy Riots, encarceladas por realizar un acto de protesta en una iglesia rusa, muchos años después, seguían usando el término acuñado en un fanzine neoyorkino allá por el 76. De hecho, hoy en día la palabra “punk” sigue apareciendo de forma recurrente en todo tipo de artículos. ¡Quién lo iba a decir, querido Josu! 

Pero ¿Qué es en realidad eso del “punk”? ¿Qué lo une o lo separa de tantas otras corrientes rebeldes del pasado? ¿Cuánto tiene de moda? ¿Cuánto tiene de ideología? ¿Estamos hablando de una actitud, de un modo de vida, de una cultura? Han pasado los años suficientes para que estas y otras preguntas sean ahora objeto de estudio académico y de investigación científica. En esa labor de aportar luz y taquígrafos nos llega este pedazo de trabajo firmado por David Vila, que supone un trabajo serio -y a la vez tremendamente entretenido- para situar el fenómeno en sus términos precisos. 

 

jueves, 3 de julio de 2025

PREMIO BURDIÑA. DISCURSO DE AGRADECIMIENTO.

 


Como es natural, antes de nada, quiero agradecer de corazón al colectivo “Burdiña” por haberse acordado de mí a la hora de elegir el premiado de esta edición 2025. Veo la lista de anteriores galardones y, sinceramente, me parece que habéis sido muy generosos al unir mi nombre al de Ramiro Pinilla, Agustín Ibarrola, el Orfeón de Sestao, la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y tantos otros que aparecen ahí. Me comunicaron la noticia hace unos meses y me explicaron la razón de ser del colectivo y del premio. Para quien no lo sepa permitidme que lo recuerde aquí.

Todo empezó el día en el que murió definitivamente Altos Hornos de Vizcaya. Al apagarse el horno principal, se pudo escuchar durante un largo periodo de tiempo un sonido angustioso que recordaba al de una fiera herida de muerte y que helaba los corazones de todos los habitantes de la zona. Era el sonido de ka despresurización del horno principal, pero para todos los que lo escuchaban, era mucho más.

Me pareció una imagen bellísima en su tristeza devastadora. Una imagen repleta de poesía y cargada de simbolismo que, además, me toca la fibra de forma muy personal. Mi bisabuelo paterno Donato, vino desde el pirineo navarro a trabajar ahí. Mi abuelo Luis Eusebio, su hijo, quemó también allí buena parte de sus mejores años, los dos fueron enterrados en el cementerio de Sestao, al igual que sus respectivas mujeres, mi bisabuela Generosa y mi abuela Felisa.

También mi padre era de Sestao, aunque a él le tocó ejercer su profesión de tornero mecánico en La Babcock & Wilcox, popularmente conocida como “La Balco”. Cuando mi madre era una mocita, tenía el encargo diario de traer la comida desde Santurtzi a su hermano Luis, que también trabajaba allí y, en esas, conoció a mi padre, con el que luego, los domingos procuraba bailar en el Txitxarrillo de Portugalete. Cada vez que mi madre escuchaba “Te recuerdo Amanda/ Corriendo a la fábrica/ Donde trabajaba/ Manuel” …se emocionaba acordándose de aquellos días.

Mi padre, como suele decirse se casó “a Santurtzi”, pero mantuvo muchos vínculos con su pueblo natal. Recuerdo durante los años de la infancia venir al cementerio el día de todos los santos, que, en mi memoria ha quedado como un día muy desapacible. Las monjas de la caridad solían instalar unas casetas de madera para vender boletos de una rifa, hubo un año en el que el viento era tan fuerte que volaban los puestos con monjita y todo, una imagen que se me quedó grabada a fuego.

El primer partido de futbol que presencié en mi vida también fue uno del River. No me enteré de gran cosa, pero sí recuerdo que uno de los jugadores -Espiña, se apellidaba-, antes de empezar el partido vino a saludar a mi padre, porque era compañero de la “Balco” y me dio un par de palmaditas en el hombro. Mi padre le dijo “mira este es mi hijo” y el: “¡Ah, majo!”, luego en casa mi madre me preguntó ¿Qué te ha dicho Espiña? Y yo: “¡Ah, majo!”, lo cual quedó para siempre como broma familiar.

Así que no puedo evitar unir el nombre de Sestao con el de mi padre, un hombre con gran sentido del humor, aunque, a menudo, se le quedaba una sombra de tristeza en la mirada. El hombre reunía todas muchas virtudes, pero también varios vicios propios de los hombres de su generación. Ya se sabe: había que fumar como el vaquero de Marlboro, Soberano es cosa de hombres, etc. etc… qué os voy a contar. No eran tiempos aquellos para “nuevas masculinidades”.

Mi padre era un hombre bastante cultivado, gracias a los buenos oficios de la escuela de aprendices. Se sabía palabras en francés y le encantaba cantar piezas de zarzuela, jotas y bilbaínadas. No había un solo día en el que no comprara el periódico y todos los lunes me traía prospectos (ahora se diría “flyers”) con películas del cine Amézaga. Mirando aquellos fabulosos pasquines me pasaba horas enteras, la película que yo me hacía en la cabeza solía ser bastante más divertida que la película real, que a veces tenía ocasión de ver en alguna sesión matinal. Mi padre era también muy dado a los dichos populares y a quedarse con frases que le resultaban ingeniosas y luego repetía en cuanto venían a cuento: “El inglés es muy fácil: Al pan bread, al vino wine, y todo lo demás chibiriuan”. Otra que repetía a menudo: “La vida es triste y melancólica, no obstante, muy agitada”. Cuando hablaba de alguien engreído le salía aquella otra: “De qué te puedes jactar, en qué tu orgullo consiste, si unos gusanos te visten otros te han de desnudar” (supongo que tomada de alguna obra teatral). Termino con otra un poco escatológica pero muy sabia: “Más caga un buey que cien golondrinas”.

Así que sí, soy un producto muy Margen Izquierda y aunque he cambiado de domicilio unas cuantas veces, creo que es muy cierto aquello de que uno puede irse de sus orígenes, pero los orígenes no se van tan fácil de uno. Y a mucha honra:

Como digo, mi padre era de Sestao. Mi madre llegó a los cinco años a Santurtzi, cuando a su padre, maestro castellano, lo destinaron al pueblo donde yo me crie, aunque en mi carnet pone que soy natural de Barakaldo, algo muy habitual en mi generación, por aquello de Cruces. Además, Portugalete fue destino muy recurrente para mi ocio juvenil y tengo muy buenos amigos de allí. Diré también para completar el cuadro que la primera mujer de la que me enamoré platónicamente era de Zorroza.

Podría añadir ahora aquello de “estoy orgulloso de ser de la Margen Izquierda”, pero lo del orgullo no se si tiene mucho sentido en estos casos. Uno debe estar orgulloso de lo que hace no de donde nace, que al fin y al cabo no es algo elegido. Mas que orgullo yo diría, sin ningún complejo, que es una suerte haber crecido aquí. Me siento afortunado. Ya sé que a algunos se les hace difícil de creer, muchas veces por pura ignorancia, pero es que aquí se generó buena parte de la riqueza que ha hecho de Euskadi lo que es, aquí sabemos de verdad lo que es aprender a convivir entre gentes de diversos orígenes, sabemos lo que es pasarlas canutas porque tu padre lleva un mes de huelga y tu madre tiene que hacer virguerías para llenar los platos, sabemos lo que es pelear duro por unas mejores condiciones de trabajo y por la libertad. Porque aquí se pelea duro desde los días de la minería en Gallarta y La Arboleda, porque aquí se combatió el golpe de Estado que trajo el fascismo y se sufrieron cientos de bombardeos con decenas de víctimas. Este ha sido el punto de origen de muchas organizaciones políticas y sindicales de izquierda y se ha conocido la represión franquista como en muy pocos lugares del estado. Una suerte, claro que sí. Somos de una zona que puede mirar su pasado sin vergüenza y sí, con orgullo.

En un plano más personal quiero recordar, ya que estamos en Sestao, al gran actor argentino Claudio Nadie, que huyendo de la dictadura en su país cayó, casi por casualidad, en este pueblo. Él vivía de alquiler en un pequeño piso junto al campo de Las Llanas que llamaban “La Comuna del 35” y allí veníamos unos cuantos capullos de Santurtzi a recibir clases de teatro. Aquella casa estaba siempre repleta de visitas militantes llegadas de variados confines, sobre todo de Italia, y nosotros no teníamos ojos ni oídos para tanto estímulo de todo tipo.  

Con Zarama actuamos en la desaparecida discoteca “Kaiku” y también en la plaza del Casco en un festival que coincidió con una huelga de basuras y acabó en batalla campal con la policía. Al día siguiente nos sorprendió un tremebundo titular de prensa: “Tratan de quemar el ayuntamiento de Sestao tras un concierto de rock”.

En fin, amigos, aquí me tenéis, recibiendo un premio que me incluye en una lista alucinante. Quiero pensar que con esto se reconoce mi labor tanto en el periodismo como en la música, labores en las que siempre he querido reivindicar mis orígenes y de las que sí estoy razonablemente orgulloso.

En la radio, he ejercido el periodismo durante cuarenta años, combinados con algún periodo televisivo. Mi criterio siempre ha sido priorizar a la audiencia, por encima de mis ambiciones personales. He querido ejercer un periodismo independiente de quien estuviera en el poder y hacerlo de forma amena y entretenida, que bastantes motivos para la amargura teníamos ya en este sufrido País de nuestros amores y de nuestros temores.

Aunque mucha gente me conoce sobre todo por Zarama, o incluso porque bauticé a los Eskorbuto, lo cierto es que es en la radio donde más horas he metido durante los últimos cuarenta años. Dedicado al periodismo informativo, pero también, quizás en mayor medida, al entretenimiento. Programas de música, de humor, dramatizaciones, personajes…  

En televisión también hice mis pinitos, presentando algunos programas y, sobre todo, como coordinador de otros. Un mundo el de la televisión que puede parecer de lo más interesante, y en ciertos aspectos lo es, pero en el que la brutal competencia entre cadenas te somete a un stress constante que resulta mentalmente agotador.

 En el libro “Puto Boomer” lo describo con detalle. De aquellos años locos me quedo con la experiencia de colaborar en la puesta en marcha de proyectos como “Vaya Semanita” o “Wazemank” que marcaron un antes y un después en nuestra televisión pública.     

También he llevado a cabo una labor sindical a veces difícil y poco gratificante. Nos tocó lidiar, entre otras cosas con las protestas por

 el único ERE que ha habido en la administración pública vasca, pero mis compañeros me eligieron para representarles en las tres ocasiones en las que me presenté, y quiero pensar que por algo será.

Zarama es margen izquierda 100% y lo hemos reflejado en varias de nuestras canciones: “Hau da Amaituko”, “Ezkerralde”, “Dena Ongi Dabil”, “Hau Zortea”, “Maiatzaren Lehena” y, como no, en nuestro humilde “hit” “Iñaki, zer urrun dagoen Kamerun”, que sigue dándonos tantas alegrías y que, de algún modo, trata de ser la versión actualizada del mítico “Desde Santurce a Bilbao”.   Y, por cierto. Quiero añadir que de la música no me he jubilado. Permanezcan atentos a sus pantallas que de mí no se libran tan fácil.    

Amigos, amigas, de verdad, sé que hay una lista inmensa de gente que merecería este galardón más que yo. Eso sí, me lo voy a tomar como un reto para seguir mereciendo reconocimiento -que no siempre tiene que ser en forma de premios- en el futuro.

Huelga decir que me hace una ilusión muy especial que este premio se me conceda desde y por la Margen Izquierda que ha marcado tanto nuestras vidas.

Yo escuchaba a menudo a padres y abuelos hablar de “cómo ha cambiado todo” y el caso es que así seguimos: Ya no hay sardineras vendiendo pescado por toda la orilla.  Las únicas sardineras que quedan son en forma de corazón estatua. 

Los arrantzales de Santurtzi y los que zurcen las redes son ahora africanos. Los Altos Hornos son una mini acería y La Balco es un gran almacén de Amazon, toda una ironía. El viejo tren de crecanías RENFE en el que hemos pasado tantas horas es ahora mucho más rápido y compite con el nuevo metro. Sestao recuperó hace años el muelle de la Benedicta y la ría ya no es de color chocolate. Los barcos que la navegan ya no son buques enormes, entrando o saliendo de los astilleros, ahora predomina la embarcación deportiva y la turística. Desaparecieron también los autobuses oruga y aquel otro de dos pisos, el mítico 15 que tardaba una eternidad en llegar a Bilbao. Se ha ganado en urbanismo y en calidad del aire y se ha perdido peso en demografía y en poderío industrial.

Hay otros detalles de la vida cotidiana que también ha ido desapareciendo: el poteo se ha vuelto algo prohibitivo, el café completo ni te cuento y aquellos bares un tanto turbios de copazo y porno al amanecer, han pasado a mejor vida. Los juegos de nuestra infancia tenían mucho hierro también: aquellas preciadas canicas de acero, aquellos rodamientos para construir goitibeheras y aquel juego endemoniado de “hinque” que todavía no me explico como a no le abrieron la cabeza a nadie. Tampoco las chicas saltan apenas a la comba ni juegan a la goma, a las tabas o al truquemé.

Paisaje y paisanaje han cambiado mucho en las últimas décadas, es evidente, pero Ezkerraldea sigue siendo sinónimo de clase obrera, de lucha social y sindical, de integración de gentes de diverso origen y de cultura de barrio.

Podría terminar este discurso de muchas maneras, pero creo que lo más adecuado es hacerlo con una canción, un tema titulado MZ IRRATIA, (Te quiero radio) que hoy quiero que sea una declaración de amor a la radio y también a esta tierra de luchadores, a los que se dejaron aquí los higadillos y ya no están con nosotros. El agradecimiento sincero de este hijo del Baby Boom que nació y creció en este agitado rincón del mundo y ha tratado de seguir el obsesivo consejo que siempre le dio su madre: Hijo mío, hagas lo que hagas, no lo hagas a tontas y a locas. No lo hagas sin sentido, ten BASE.   

Eskerrik Asko Bihotzez. 

 

         

  

       

domingo, 1 de junio de 2025

THE BURDIÑA SPEECH.


2015ko Maiatzaren 29an "Burdiña Saria" eman zidaten Sestaoko Liburutegian. Nire lagun eta lankide ohia Jon Etxebarrik grabatu zuen hitzaldia.Mila esker. Ekiyopa!!

El 29 de mayo de 2025 me dieron en Sestao el premio "Burdiña", reconociendo -dicen- mi labor en pro de los valores del Bilbao industrial. Mi amigo y ex-compa de la radio Jon Etxebarri se molestó en grabar todo mi speech (y canción). Eskerrik asko bihotzez.

viernes, 30 de mayo de 2025

SESTAO

 Día plagado de emociones y reencuentros el de ayer. Me entregaban el premio Burdiña y el salón de actos de la biblioteca municipal se llenó de gente masoca que asistió a un acto como ese pudiendo disfrutar de un día radiante. ¡Sestao siempre Sestao carajo!







viernes, 23 de mayo de 2025

PREMIO BURDIÑA 2025


El Colectivo Burdiña, dedicado a promocionar y dar continuidad a la cultura del hierro, cumple este año su 25 aniversario. 

Durante todo este tiempo, año tras año, hemos premiado a personas y colectivos destacados por su labor en pro de la cultura y la convivencia en el área industrial de la ría de Bilbao. Ramiro Pinilla, Orfeón de Sestao o Raquel Alzate son solo algunos ejemplos. 

En esta edición hemos decidido premiar la labor realizada por el músico, periodista y escritor santurtziarra Roberto Moso. 

Queremos así reconocer su labor en pro del euskera y la cultura - tanto en el mundo del periodismo como en la música, ámbitos donde siempre han estado muy presentes sus orígenes y su cercanía con los valores que promocionamos desde Burdiña.

Burdiña Kolektiboak, burdinaren kultura sustatu eta jarraitzeko asmoz sortua, 25 urte bete ditu aurten. 

Denbora honetan zehar, urtez urte, Bilboko itsasadarreko industria eremuan kultura eta elkarbizitza sustatzeko lanagatik pertsona eta talde nabarmenak saritu ditugu. Ramiro Pinilla, Orfeón de Sestao edo Raquel Alzate dira adibide batzuk. 

Edizio honetan Roberto Moso santurtziar musikari, kazetari eta idazlearen lana saritzea erabaki dugu. 

Horrenbestez, euskararen eta euskal kulturaren alde egin duen lana balioztatu  nahi dugu, bai kazetaritzan, bai musikan. Esparru hauetan bere sustraiak eta Burdiña kolektiboan sustatzen ditugun balioak nababariak izan baitira.

viernes, 25 de abril de 2025

LA MIRADA DEL PADRE

 


Imposible olvidarla. Yo caminaba joven y arrogante con mis nuevos amigos de cuero negro hacia el tren que nos llevaría a Barakaldo. Llevábamos encima todos los suministros necesarios para una noche de auténtico punk-rock destroyer , en aquellos locos ochenta en los que se podían exhibir botellas por la calle sin mayores problemas. El mundo era nuestro. ¿Me gustaban todos mis acompañantes? En realidad no. 

Podía sentir diferentes grados de afinidad y simpatía por aquellos compañeros puntuales de batalla, pero realmente no sentía, por ninguno de ellos, lo que se conoce por “amor”.

En ese momento vi a mi padre, que avanzaba con paso cansino hacia nosotros. Suponía un contraste indeseado. Llevaba su atuendo laboral de siempre: pantalones de tergal, zapatos de rejilla, camisa de cuadros, americana gris. Él volvía del trabajo, rumiando probablemente un día duro junto al torno y el estricto control del capataz.  Observé como se hacía a un lado a nuestro paso, entre sorprendido y algo temeroso ante aquel bullicioso tropel y aunque traté de evitarlo, finalmente nuestras miradas se cruzaron fugazmente. Para su sorpresa, yo formaba parte de ese grupo de gamberros intimidantes.

No me paré. Me limité a saludarle sin muchas contemplaciones. Íbamos con cierta prisa a coger el tren y además, no estaba en el código de los 19 años pararse por la calle a charlar con familiar alguno.                                                                                             Pero aquella mirada fugaz no me resultó inocua. Regresa a mí cada cierto tiempo, cargada de significado. A mi padre, a pesar de nuestras diferencias y de momentos en los que lo hubiera estrangulado, sí le quería. En buena lógica, si lo natural es pasar el mayor tiempo posible con la gente que queremos, yo tendría que haberme quedado con él. “Cuida lo que amas”, dicen.

Pero la vida, está claro, no funciona así. En la infancia lo adoraba y nada me hacía sentirme más seguro que su mano callosa y recia. Hasta los  catorce-quince años mantuvimos algún nivel de conversación. Las últimas las solíamos mantener en el balcón de casa.  Hablábamos de deportes, de recuerdos, de política. Yo me ponía pretendidamente bolchevique para marcar territorio y él, que venía de una infancia aterrada por la guerra y una juventud marcada por la escasez, me advertía  contra los peligros del fanatismo. La guerra había terminado unos 35 años antes, una distancia que entonces me parecía descomunal y ahora me resulta ridícula. Pero aquellas charlas se acabaron y llegó un tiempo de distancias y mutua incomprensión. Aquel día del concierto había también algo de decepción en su fugitiva mirada.

Con el paso de los años la he seguido interpretando y ahora, si tuviera que convertir en palabras el mensaje de sus ojos, creo que dirían algo así: 

“Es posible que estés haciendo el idiota, hijo mío, y poco puedo hacer al respecto. Me preocupa verte así, pero… qué puedo hacer yo. Estás en la edad de vivir la vida, lo entiendo, y te ha tocado una época en la que tienes libertad para hacerlo.  Pero no pretendas ser el más listo, el más nota, el gallito de la banda.  Habrá siempre alguien que te gane. Pero nunca pierdas el timón ni consientas que otros lo lleven por tí. Por lo demás... ya sabes donde estoy”.                                                                            Oscar Wilde dejó escrita aquella afinada cita: “Todos los hijos quieren a sus padres. Más tarde los juzgan y -a veces- hasta los absuelven”. Yo, desde luego, voy más allá de la simple absolución. Sí, es cierto, si me pongo a buscar encuentro sin problemas momentos en los que tal o cual decisión me parece errónea y hasta nefasta, también puedo recordar escenas de mierda y días oscuros pero ¿Quién no los tiene? y ¿Quién soy yo para juzgarlos? Después de una infancia repleta de miedos y privaciones dedicaron su juventud y su vida entera a trabajar para sacar a sus hijos adelante y lo hicieron con buenas dosis de cariño, comprensión y hasta humor, ¿Qué más se puede pedir? ¿Absolución? Vaya para ellos mi más sentida ovación.                                                             Mi padre murió con 61 años en 1987, al igual que le ocurría al protagonista de “El Extranjero” de Albert Camus, me resulta perturbadora esa sensación de que yo ya he superado con creces esa edad. Fue un hombre de su tiempo y su lugar, obrero metalúrgico de la margen izquierda, nacido y criado en Sestao entre los humos de Altos Hornos, viendo como su casa familiar se iba  rodeando de colmenas inhabitables. Mi madre, nacida en un pueblo de Aragón y criada desde los 5 años en Santurtzi, lo conoció cuando llevaba a su hermano Luis la comida a la fábrica. Los bailes del txitxarrillo de Portugalete hicieron el resto. Por eso se emocionaba tanto cuando escuchaba “Te Recuerdo Amanda” de Victor Jara. Tanto poteo y tanto tabaco acabaron prematuramente con el corazón de mi padre, que quizás confió demasiado en su buena constitución. Mi madre llegó hasta los 93 y siempre llevaré clavado en el alma el mensaje que me repetía y que yo también quiero inculcar a mis hijas: “Ten base, ante todo, en esta vida hay que tener base”.                                                                       Cuento todo esto porque, recientemente, vi a mi hija mayor y a sus alegres amigas adolescentes entrar en tropel en un vagón del  metro, camino de no sé qué fiestas patronales.  Iban cargadas de bolsas del hiper repletas de presuntas botellas. Se las veía felices, excitadas, riéndose y empujándose tontamente.  Justo yo salía de ese mismo vagón que ella se disponía a tomar. Nuestras miradas se han cruzado por unos instantes. La suya tenía algo de fastidio y una pizca también -quiero creer- de amor, además de  cierto brillo chispeante. Ha esbozado un tímido saludo y aunque ha dudado por un instante, finalmente no se ha parado a hablar conmigo.   

(Extraido del libro "Puto Boomer)   

    


viernes, 11 de abril de 2025

LA BALLENA

 


 A pesar del tiempo desapacible con el que ha amanecido, la playa está repleta de curiosos. La noticia ha corrido por todo el pueblo desde la madrugada. Una ballena moribunda ha llegado hasta la playa de Atxabiribil.

- ¿Pero una ballena de verdad?

- Sí, sí, una de verdad, no como aquello que vimos hace años en la playa salvaje. Dicen que es un bicho enorme... Eso hay que verlo.

El cetáceo, de unos ocho metros de largo, ya no muestra signos de vida. Las olas van meciendo mansamente su cadáver. Entre la muchedumbre concentrada, algún madrugador asegura haberlo visto con vida...

- Antes movía la cola arriba y abajo, parecía que intentaba volver al mar, pero ahora...

Entre los asistentes, presuntos jubilados, familias ataviadas con vestimentas deportivas de moda, surfistas habituales; pequeños que corretean hacia la mole, mayores que los obligan a volver, algún periodista... Media docena de perros sueltos giran y ladran excitados por la presencia de ese bulto desconocido, otros tantos son sujetados con dificultad por sus dueños. Entre la ballena y la multitud se ha desplegado una cinta de seguridad. Dos chicas con chalecos amarillos advierten a gritos:

- No se acerquen, la marea está subiendo y el animal es muy pesado. Si se vuelca puede aplastar a alguien... Además, al parecer está enfermo, puede ser contagioso...

Las chicas pertenecen a una asociación de biólogos voluntarios para la protección de la fauna marina y parece que saben gestionar este tipo de situaciones. Sin embargo, un muchacho se desliza bajo la cinta y corre hacia la ballena para tocarla. Un vozarrón entre la multitud sentencia; "Hay que ser gilipollas". Smartphones y cámaras de fotos inmortalizan el momento.

-Aita, hil da balea?

Un niño de cuatro o cinco años que está a mi lado ha hecho la pregunta. Su padre, de aspecto bastante joven, está muy concentrado en su grabación

-Aita, hil da balea?

-Hala dirudi maitea...hilzorian edo hilda dago, bai...

- Eta zergatik hil da?

- Auskalo maitia. Neskari entzun diozu... beharbada gaixorik zegoelako... edo istripuren bat izan du...

El gesto del niño se descompone por momentos.

-Eta zergatik dago bakarrik? Baleak ez al du amatxorik?... Aita?

Pero ahora mismo la prioridad de su padre se centra en el magnífico vídeo que causará sensación en el grupo de whatsapp. El llanto compulsivo del chaval interrumpe su momento reportero...                    

-Baina laztana, zergatik egiten duzu negar?

Empujada por un violento golpe de mar, la ballena se ha volcado y muestra en su vientre unas líneas sanguinolentas. El padre intenta a la desesperada cambiar de estrategia:

-Ez egin negar, Erlantz, egia esan ez dakigu hilik ala bizirik dagoen. Oraintxe etorriko  dira albaitariak ospitalera eramateko...

- Baina beitu, odola dario... balea hil daaaaa...

- Ez egin negar, polit hori, balea zeruan dago  -se le escucha decir a una señora desde atrás-,

Consciente de que se ha convertido en el nuevo espectáculo el padre, nervioso, da por terminado el show y hasta el uso del euskera:

- ¿No decías que querías ver la ballena? ¿Te traigo y ahora te pones a llorar? Pues hala, "Pa casa", que es donde mejor estás. Joder.

La pareja se va dejando atrás un murmullo. Un cielo plúmbeo sirve de decorado ideal. Entre los comentarios abundan las tesis proto-ecologistas, parece necesario culpar a alguien de la triste escena. Se escucha la voz de una chica acusando "indudablemente" de la muerte de la ballena al plástico que abunda en los océanos. A otro tipo le parece "vergonzoso" dejar el cetáceo morir así "sin ningún tipo de asistencia". A lo lejos, los llantos del niño, que ahora son alaridos, añaden a la escena la banda sonora adecuada.

miércoles, 9 de abril de 2025

“YOU’LL NEVER WALK ALONE”

 

Historia de una leyenda
Siempre me ha sorprendido el contraste entre el comportamiento descerebrado de los hooligans británicos y su capacidad para cantar  al unísono temas como "You'll Never Walk Alone", una balada que nació en Broadway, después conoció una exitosa versión de Elvis Presley y finalmente, de la mano de "Gerry & The Peacemakers" acabó recalando en Liverpool.     

Y es que, en una posible lista con las canciones de recorridos más insólitos, el himno de grada por excelencia, el mítico “You Never Walk Alone” ocuparía, sin duda, un puesto destacado en el cuadro de honor. Su andadura hasta convertirse en canto ritual futbolero es pura ironía. 

"You'll never walk alone" -"Nunca caminarás solo"- pasó de los escenarios de Broadway a los estadios gracias al azar. La pieza, en absoluto pensada para sonar en las gradas, es uno de los puntos fuertes del musical "Carousel", de Rogers & Hammerstein, compositores de éxito de comedias musicales.
La canción recrea la voz de un padre tratando de animar a su hija que está atravesando un mal momento de ánimo. Según dicen las crónicas de la época "Carousel" se estrenó en 1.945, en plena Guerra Mundial y su guion caló profundamente entre las personas que tenían familiares en el frente.

¿Por qué la pieza se ha convertido en un clásico de estadio? La razón es, sin duda, su popularidad entre los seguidores del Liverpool. Lo que sorprende es los Reds, tan aguerridos ellos, adoptaran una canción tan sentimental como himno. La explicación más extendida, con visos de verosimilitud, es bastante asombrosa: 
Durante varios partidos seguidos, a finales de la década de los cincuenta, la canción sonaba habitualmente por la megafonía de Anfield Road  antes de los encuentros. En esa época estuvo en lo alto de las listas una versión de Jerry & The Pacemakers, héroes locales antes del gran estallido Beatle. Un día, por circunstancias que se desconocen, no sonó y “The Kop”, la grada más tumultuosa de Anfield Road se arrancó a cantarla por su cuenta. Los hinchas se gustaron y aquello terminó convirtiéndose en hábito. Con el paso de los años, ya no solo es innegociable en cualquier encuentro importante en este estadio, hoy en día se puede escuchar en Paises Bajos, Alemania o Escandinavia como himno futbolero con galones.

"The Kop” fue derruida el treinta de abril de 1994 y transformada en tribuna con asientos. En el partido de despedida, Gerry Marsden, cantante original de la banda, interpretó, junto a unos remozados Pacemakers el "You'll Never Walk Alone" ante los miles de emocionados aficionados reunidos para despedir la tribuna. 


"Cuando camines a través de la tormenta
Mantén alta tu cabeza
Y no tengas miedo de la oscuridad.
Al final de la tormenta
Hay un cielo dorado
Y la dulce y argentina canción del pájaro cantor.

Camina a través del viento,
Camina a través de la lluvia,
Aunque tus sueños se vean agitados y golpeados.
Camina, camina con esperanza en tu corazón
Y nunca caminarás solo,
Nunca caminarás solo.

Camina, camina con esperanza en tu corazón
Y nunca caminarás solo,
Nunca caminarás solo."